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7 de septiembre de 2012

Signo o síntoma, enfermedad o patología

por Rafel Donat Roca


“No hay espejo que mejor refleje la imagen del hombre que sus palabras” (Juan Luis Vives). La profesionalidad de un Fisioterapeuta se determina a ojos de quién nos mira, por nuestra habilidad técnica, por nuestra capacidad de escucha y comprensión, pero también por nuestras habilidades comunicativas orales y escritas.
“Las palabras están ahí para explicar el significado de las cosas, de manera que el que las escucha, entienda dicho significado” (Aldous Huxley). Cuando vamos a relatar las conclusiones de nuestro proceso diagnóstico, debemos tener siempre presente a quién se dirige la información, lo que se conoce como el “target”. No será lo mismo explicar los resultados a un paciente sin conocimientos sanitarios que a un compañero de servicio o un médico a quién derivar un caso  no resuelto, o explicar la recomendación de alta por mejora o resolución del procedimiento.
“No hay talento más valioso que el de no usar dos palabras cuando basta una”(Thomas Jefferson). La utilización de tecnicismos debe ser proporcional al grado de interés y comprensión de nuestro interlocutor. Por lo tanto, podemos decir, que la calidad del mensaje no se obtiene solamente por la precisión en la palabra, sino en la adecuación en el uso de las mismas. El auge del hands off como parte de las herramientas terapéuticas en Fisioterapia, se argumenta tanto por tener la habilidad comunicativa como el conocimiento a transmitir.
La Semiología Clínica es el cuerpo de conocimientos que se ocupa de la identificación de las diversas manifestaciones patológicas (síntomas y signos) o datos, de cómo buscarlos (semiotecnia), como reunirlos en síndromes y cómo interpretarlos (clínica semiológica o propedéutica). Es la ciencia del diagnóstico  que utiliza todo profesional sanitario que tenga competencias en el diagnóstico clínico y funcional, para indagar mediante el examen psicofísico del paciente, sobre los diferentes signos que pueda presentar [1]. ¿Pero qué es un signo clínico? Es cualquier manifestación objetivable, perceptible para el observador, que una vez evaluada será un factor de diagnóstico consecuente con un trastorno, una enfermedad o alteración de la salud, en contraposición a los síntomas que son elementos subjetivos, percibidos solo por el paciente como la astenia, los mareos y el dolor. Babinski, Schepelmann, Trendelenburg, son ejemplos de signos clínicos como también lo son un flexo de rodilla, una  atrofia muscular o un edema [2], que a partir de la alteración del movimiento o como consecuencia de un trastorno doloroso, pueden inducir a pensar en un estado de salud alterado u otro. ¿Pero qué significa alterado? Una alteración clínica es algo que ha sufrido una variación, transformación, cambio o trastorno por lo cual sus funciones se ven modificadas por aumento, disminución o abolición de las mismas. Por lo tanto alteración y trastorno son sinónimos. ¿Pero cómo se distingue un trastorno de una enfermedad?  Una enfermedad en el argot sanitario tiene que tener una etiología, (es decir una causa conocida), un diagnóstico, un pronóstico y un tratamiento. Un trastorno en cambio es algo puramente descriptivo. Se puede tener un trastorno de la conducta alimentaria sin que ello constituya una enfermedad. Se puede tener un trastorno de la visión, cuando lo que subyace en realidad es una enfermedad, por ejemplo en la esclerosis múltiple. Los trastornos dolorosos pueden no conllevar enfermedad subyacente o si llevarla, por ello y en este caso es imprescindible conocer la fisiología y tipología del dolor [3]
Cuando hablamos de dolor ¿Cuando estamos ante una afección o un padecimiento? Ambas causan los mismos sentimientos de incomodidad y malestar a las personas. Sin embargo, una afección es más un sentimiento subjetivo que una razón identificable detrás de la condición. Por lo contrario si se identifica la condición detrás de una enfermedad, si hay una razón patológica detrás de esta condición, es más conocida por padecimiento. Una afección es curable (tendinopatía, disfunción neural, un resfriado, una gastroenteritis), algunos padecimientos no (los relacionados con la pérdida de la homeostasis). Por lo tanto, afección y trastorno son sinónimos.
Pero ¿Qué diferencia hay entre patología y enfermedad? La Enfermedad es la pérdida de salud o la perdida en el equilibrio biopsicosocial que perjudica al ser humano y que abarca des de su origen, los síntomas, tratamientos, vacunas, prevención, hasta sus últimas consecuencias. La patología solamente se refiere a la acción que perjudica al ser humano como un virus que destruye células inmunológicas y genera el SIDA. Es la rama de la biología que estudia los trastornos anatómicos y fisiológicos que cursan las enfermedades. ¿Y entre síndrome y enfermedad? Podemos decir que un síndrome es un conjunto de signos y síntomas que caracterizan una alteración del estado de salud. Estrictamente recibe el nombre de enfermedad, cuando se conoce la causa. El síndrome del túnel carpiano o del canal de Guyon, aunque se etiquetan como enfermedades profesionales (neuropatías por compresión), solo deberían considerarse un síndrome de discapacidad profesional, por  presentar  no un sola causa sino una causa multifactorial, a diferencia de la SIDA, que se debe en sí, a una sola causa identificable, la infección por el virus del VIH, por mucho que debido al sistema que afecta (el sistema inmunológico), pueda generar enfermedades secundarias como el sarcoma de Kaposi.
El conocimiento de las palabras permite no solo entenderlas cuando las lees sino utilizarlas correctamente cuando las escribes. Por ello, actualmente, para poder valorar las aportaciones diagnósticas que se debaten en Fisioterapia[4], como trastornos dolorosos, alteraciones del movimiento (que caracterizarían las alteraciones de la función según la CIF) y los síndromes de discapacidad, que agruparía el conjunto de signos y síntomas que caracterizan una alteración de la actividad según la CIF (http://apps.who.int/classifications/icfbrowser/Default.aspx), es necesario recordar y puntualizar el significado de las mismas.
Quedarían por añadir a este debate, las alteraciones de la participación o socialización de la discapacidad, que supone muchas veces el auténtico motivo de la consulta de un paciente a un centro o servicio de Fisioterapia y que reafirma la atención profesional desde un punto de vista global y biopsicosocial comprensible para el target (el paciente) y valorado por la sociedad.
Rafel Donat Roca
Profesor Estudios de Fisioterapia EUCS Manresa
Bibliografía:
[1] Argente HA, Álvarez  ME. Semiología médica. Fisiopatología, Semiotecnia y Propedéutica. Enseñanza basada en el paciente. Editorial Médica Paramericana; 2005.
[2] Porter S. Diccionario de Fisioterapia. Madrid: Elsevier; 2007.
[3] Marchand S. The physiology of pain mechanism: from the periphery to the brain. Rheum Dis Clin N Am 2008; 34:285-309
[4] Sahrmann S. Diagnóstico y tratamiento de las alteraciones del movimiento. Badalona: Editorial Paidotribo; 2005.

1 de mayo de 2011

¿Cómo diferenciar entre dolor de tejidos blandos y dolor articular?

1. ¿Aumenta el estiramiento pasivo (tracción) del área dolorida el nivel de dolor? En tal caso, es probable que su origen se encuentre en los tejidos blandos (extraarticulares).

2. ¿Aumenta el dolor la compresión de la zona dolorida? En tal caso, probablemente su origen sea articular (intraarticular) y comprenda tejidos que pertenecen a la anatomía de la articulación.

3. Si un movimiento activo (es decir, controlado por la persona) en una dirección produce dolor (y/o queda restringido) en tanto el movimiento pasivo (controlado por el operador) en dirección opuesta también produce dolor (y/o queda restringido), están comprometidos los tejidos contráctiles (músculos, ligamentos, etc.)

4. Si los movimientos activo y pasivo en una misma dirección producen dolor (y/o restricción), es probable la disfunción articular. Esto puede confirmarse mediante el empleo de tracción y compresión (y traslación) de la articulación.

Las pruebas con resistencia son utilizadas para evaluar tanto la fuerza de la contracción muscular como sus respuestas dolorosas. Estos exámenes implican la contracción máxima del músculo bajo sospecha mientras la articulación es mantenida inmóvil, aproximadamente en el recorrido medio. Durante la contracción no debe permitirse el movimiento articular.

Si la prueba produce dolor, los tejidos contráctiles están implicados en el problema del dolor. Antes de efectuar la prueba de resistencia tiene sentido realizar la prueba de compresión a fin de descartar cualquier sospecha de implicación articular.

Podrían añadirse las siguientes posibilidades:

5. Si en la prueba de resistencia el músculo parece firme y no obstante es doloroso, no hay más que una lesión/disfunción menor en el músculo o su tendón.

6. Si está débil y duele, la lesión/disfunción del músculo o tendón es más importante.

7. Si está débil pero sin dolor, puede haber una lesión neural o una rotura tendinosa.

8. Un músculo normal responde con firmeza y sin dolor.
En muchos casos, la disfunción de tejidos blandos acompaña la disfunción articular. El compromiso articular es menos probable en los estadios más tempranos de la disfunción de tejidos blandos que (por ejemplo) en los estadios crónicos de acortamiento muscular.

Es difícil concebir procesos articulares, agudos o crónicos, sin el acompañamiento del compromiso de los tejidos blandos.

¿Cómo diferenciar entre dolor de tejidos blandos y dolor articular?

1. ¿Aumenta el estiramiento pasivo (tracción) del área dolorida el nivel de dolor? En tal caso, es probable que su origen se encuentre en los tejidos blandos (extraarticulares).

2. ¿Aumenta el dolor la compresión de la zona dolorida? En tal caso, probablemente su origen sea articular (intraarticular) y comprenda tejidos que pertenecen a la anatomía de la articulación.

3. Si un movimiento activo (es decir, controlado por la persona) en una dirección produce dolor (y/o queda restringido) en tanto el movimiento pasivo (controlado por el operador) en dirección opuesta también produce dolor (y/o queda restringido), están comprometidos los tejidos contráctiles (músculos, ligamentos, etc.)

4. Si los movimientos activo y pasivo en una misma dirección producen dolor (y/o restricción), es probable la disfunción articular. Esto puede confirmarse mediante el empleo de tracción y compresión (y traslación) de la articulación.

Las pruebas con resistencia son utilizadas para evaluar tanto la fuerza de la contracción muscular como sus respuestas dolorosas. Estos exámenes implican la contracción máxima del músculo bajo sospecha mientras la articulación es mantenida inmóvil, aproximadamente en el recorrido medio. Durante la contracción no debe permitirse el movimiento articular.

Si la prueba produce dolor, los tejidos contráctiles están implicados en el problema del dolor. Antes de efectuar la prueba de resistencia tiene sentido realizar la prueba de compresión a fin de descartar cualquier sospecha de implicación articular.

Podrían añadirse las siguientes posibilidades:

5. Si en la prueba de resistencia el músculo parece firme y no obstante es doloroso, no hay más que una lesión/disfunción menor en el músculo o su tendón.

6. Si está débil y duele, la lesión/disfunción del músculo o tendón es más importante.

7. Si está débil pero sin dolor, puede haber una lesión neural o una rotura tendinosa.

8. Un músculo normal responde con firmeza y sin dolor.
En muchos casos, la disfunción de tejidos blandos acompaña la disfunción articular. El compromiso articular es menos probable en los estadios más tempranos de la disfunción de tejidos blandos que (por ejemplo) en los estadios crónicos de acortamiento muscular.

Es difícil concebir procesos articulares, agudos o crónicos, sin el acompañamiento del compromiso de los tejidos blandos.

2 de diciembre de 2009

Seis de cada diez afectados por dolor muscular son mujeres

La incorporación al mercado laboral y la carga de las tareas domésticas, una de las razones principales.- Las dolencias musculares son el principal problema de los españoles.


El dolor muscular es el problema médico más extendido entre la población. Tanto, que el 80% de los españoles han sufrido alguna vez en su vida dolor de espalda, según los datos de la Sociedad Española del Dolor (SED). Seis de cada diez afectados por dolor muscular son mujeres. Una cifra que, según la SED, aumenta progresivamente. Las largas jornadas laborales fuera de casa unidas a una carga de trabajo doméstico importante son una de las razones que los expertos apuntan como la causa de que las mujeres se vean más afectadas por este problema.
En ellas, la falta de reposo es mucho mayor que en los hombres. Esto, según Antonio Iniesta, presidente de la Asociación Española de Especialistas en Medicina del Trabajo, aumenta el riesgo de sufrir lesiones musculares.
"La mayoría de las dolencias están relacionadas con problemas cervicales, lumbalgias y dolor de hombros o rodillas", explica Iniesta, quien explica que más del 60% de las visitas a los centros de atención primaria y servicios de medicina de trabajo por dolencias musculares corresponden a mujeres.

La población más afectada por estas dolencias es el grupo de edad de entre 35 y 45 años, aunque el que mayor coste tiene para la sociedad es el de 46 a 55 años. Sin embargo, aunque los problemas musculares se dan más entre las mujeres son los hombres los que más bajas se cogen por este motivo. Y es que las patologías relacionadas con el dolor muscular suelen ser más graves entre los hombres.
Las contracturas suelen ser la causa más habitual de dolor muscular, en un 90% de los casos. Sobre todo las lumbares, que afectan a un 41% de los pacientes. A estas les siguen las contracturas con dolor cervical y las torticolis.

Fuente: El Pais. Sociedad. 14 de diciembre de 2009.