7 de febrero de 2013

LOS ALIMENTOS FUNCIONALES


Los Alimentos Funcionales son aquéllos que proporcionan un efecto beneficioso para la salud más allá de su valor nutricional básico. No constituyen un grupo de alimentos como tal, sino que resultan de la adición, sustitución o eliminación de ciertos componentes a los alimentos habituales, si bien en un concepto amplio de alimento funcional se incluyen no sólo los productos manufacturados, sino también ciertos alimentos tradicionales (aceite de oliva, tomate, legumbres, etc.) que contienen componentes con “otras propiedades” beneficiosas para la salud que los avances científicos van descubriendo, más allá de las conocidas desde el punto de vista nutricional clásico.


¿qué es o qué alimento debe ser considerado funcional?
Existen bastantes definiciones, pero, en general, se acepta que puede considerarse como tal a todo alimento que, además de su valor nutritivo, aporta algún efecto añadido y beneficioso para la salud que va más allá de la estricta nutrición y que puede ser preventivo o terapéutico. Los expertos defienden que para ser ¨funcional“, un alimento debe de haber demostrado fehacientemente un efecto de disminución del riesgo de padecer una patología o actuar de forma terapéutica sobre cierta enfermedad, pero no todos lo cumplen. Y no lo cumplen porque para procurar lo que prometen habría que consumir la cantidad equivalente a un camión de ese alimento cada día.


Diversos comités y asociaciones de expertos en nutrición de todo el mundo llevan meses dando vueltas a
un conjunto de definiciones que establezcan los márgenes que deben delimitar la consideración de alimento funcional.
Y haciendo un compendio de lo que dicen todos ellos, se podría resumir que se considera que estos alimentos “no son comprimidos, ni cápsulas, ni ninguna otra forma de suplemento alimenticio. Además, deben producir efectos beneficiosos sobre las funciones orgánicas, además de sus efectos nutricionales intrínsecos, apropiados para mejorar la salud y el bienestar, reducir el riesgo de enfermedad o ambas cosas y consumirse como parte de una dieta normal.
Y estas virtudes deben estar científicamente fundamentadas, ser válidas para el alimento tal como se consume en la actualidad o como se prevé que habrá de consumirse en el futuro para alcanzar una dosis efectiva mínima y deben comunicarse al consumidor en forma clara, comprensible y veraz“.


La pregunta que uno puede hacerse es si con la llegada de estos nuevos productos, no estará en peligro la alimentación tradicional. Y la respuesta es no. Y es no porque muchos de los productos que consumimos diariamente son funcionales o contienen nutracéuticos de forma natural.


Este sería el caso del aceite de oliva, los tomates o el pescado azul con alto contenido en ácidos grasos omega 3. Por eso los expertos auguran que el desarrollo de estas técnicas no supondrá la desaparición de la alimentación tradicional tal y como la conocemos hoy, aunque lo probable es que dentro de diez años el número de Alimentos Funcionales se haya duplicado.