14 de julio de 2010

Guía para una buena palpación

Se necesita ser hábil al sentir a través de las manos y saber si realmente se siente o no.

Una palpación cuidadosa puede hacer que un tratamiento funcione.

Un palpación descuidada puede ser percibida como una agresión por parte del paciente, especialmente al tocar partes más íntimas. En algunas situaciones es suficiente decir "voy a examinar aquí", pero en otras es ¿podría examinar aquí?

La palpación es una herramienta muy útil que nos permite detectar detalles que no se logran a través de la observación o las preguntas.

La buena palpación es el vínculo con la anatomía que no vemos.

Guía para una buena palpación:



• Conocer la anatomía.

• Observación del sujeto, cambios de volumen, forma , contorno, líneas, color, etc.

• Aprender a sentir y ver con las manos. Reconocer cambios pequeños de tamaño, forma, contorno.

• Sentir las distintas capas bajo la piel. Estas se pueden sentir al comprimir las capas superficiales, moverlas al lado o por debajo.

• Usar el movimiento relativo, desplazándolas de un lado a otro, permitiendo delinear los límites de las estructuras y diferenciarlas de las adyacentes. Esta técnica es útil para sentir hueso y líneas articulares.

• Mejorar la palpación de los tejidos produciendo tensión en ellos. Las unidades músculo tendinosas se diferencian con contracción y las ligamentosas con tensión de los extremos óseos. En ocasiones se puede mantener tensa una zona y las otras relajadas para diferenciarlas.

• Conocer la anatomía de superficie de propio cuerpo. Es una referencia que siempre va con uno y en la medida que uno conozca mejor la propia mejor podrá explorar la ajena.